Diariamente recibimos un bombardeo de cifras macro-económicas de las que en muchas ocasiones no sabemos explicar el porqué se producen. Una de las más importantes, y más en un contexto de crisis económica, es el déficit público, cifra resultante de la resta entre los gastos e ingresos anuales de cada gobierno.
Cuando se produce déficit público es porque las arcas públicas del Estado gastan más de lo que ingresan. Cada Estado tiene entre sus labores recaudar ingresos para luego redistribuirlos entre la población con el objetivo de que se disipen las distintas desigualdades (de tipo económico, de servicios, etc…).
En un contexto de crisis económica es más habitual que se produzca déficit público. La razón hay que encontrarla en la caída del consumo de las familias y de las empresas, motor económico de los países, que consumen menos al ver que se avecina un contexto de incertidumbre, lo que hace que se reduzcan los ingresos del Estado vía impuestos.
Asimismo, al reducirse el consumo de las familias y frenarse la inversión de las empresas, acabará repercutiendo en la producción de las empresas, que ya no necesitarán fabricar tanto, debido a una demanda menor. Esto provocará en muchos casos reducciones de plantilla, lo que hará que las familias tengan menos dinero para consumir.
Es lo que tiene estar en una economía de consumo, que se depende directamente de ello, y por eso cuando se produce un contexto de este tipo hay siempre la misma diatriba; políticas de austeridad o políticas de crecimiento. Es el sector público el que se debe de encargar de estas decisiones, y de su audacia para saber aplicar que política en el momento adecuado dependerá que se salga de esta espiral .
