Cuando contratamos un producto financiero, ya sea con la intención de invertir, como depósitos, fondos o renta fija, o con la intención de endeudarnos, como préstamos personales, créditos al consumo o hipotecas, el factor que sin duda más analizamos es el tipo de interés, que está directamente relacionado con el beneficio o el coste del producto en cuestión ¿qué es el tipo de interés variable?
El tipo de interés variable es el precio del producto cuando está referenciado a un índice y varía a lo largo de la vida del producto. El índice puede ser el Euribor, en el caso de las hipotecas, el IPC, en el caso de las subidas salariales o el índice interbancario, como ejemplos.
Además del tipo de interés de referencia, a los tipos de interés variable pueden aplicarse un diferencial fijo. El ejemplo más cercano sería el caso de las hipotecas que normalmente están referenciadas al Euribor más dicho diferencial expresado en términos porcentuales.
Otro factor a tener en cuenta a la hora de negociar un producto con intereses a tipo variable es el periodo de revisión del tipo de interés en cuestión, es decir, que normalmente tomamos el dato de la referencia en la fecha de la operación y mantenemos ese valor durante un trimestre, semestre o año dependiendo de la periodicidad con la que pactemos la revisión.
Si bien es verdad que el tipo de interés es un dato fundamental, nunca debemos olvidarnos de otros factores como las comisiones que pueden variar de forma importante la valoración que hagamos del producto.